Micro-Relatos de Bolsillo Despues de tres largos meses en el hospital, por fin era el gran día, todos mis seres queridos estaban en la habitación, entro la enfermera con el carro de curas, saco la tijeras y fue cortando la venda que rodeaban mis ojos, con voz cariñosa pero enérgica me dijo: ¡ Sebastian ! ¡ Ya puedes abrir los ojos ! Poco a poco mis párpados se fuerón despegando, sintiendo la luz que llenaba la habitación, empecé a deslumbrar las siluetas de las personas allí presentes. Tres meses ... tres de ceguera por no querer ver la Verdad. ¡La Verdad que nunca queremos ver!
SI ES BUENO VIVIR, TODAVÍA ES MEJOR SOÑAR Y MEJOR DE TODO DESPERTAR