Levanten las manos los deshederados, los desamparados y desvalidos, los que se abandonan, los indefensos y los más desfavorecidos. ¡Que levanten sus dos manos! Que las levanten hasta llegar al mismo cielo. Y gritemos con ellos los honestos, los honrados y los justos, que nos oiga el Cóndor, allá en los cielos y nos sientan las raices de los sabios Tejos. Gritemos y gritemos que nuestras lágrimas se vuelvan fuego. Nuestro grito no es sanguinario ni fiero, es grito de un corazón, de un corazón sincero. Sabemos que somos pocos unos pocos guerreros, la espada que nos conduce templada en las profundidades del mar Egeo. ¡Grita con nosotros! Espíritus valientes, una vez más... que retumbe la tierra, el mar y cielo.
SI ES BUENO VIVIR, TODAVÍA ES MEJOR SOÑAR Y MEJOR DE TODO DESPERTAR